miércoles, 17 de septiembre de 2008

SENTIDO Y SIGNIFICADO DE LA SEXUALIDAD HUMANA

Visión antropológica

Si hay algo que especifica a la persona humana es su unidad misteriosa. Es una totalidad que no está compuesta por 2 principios, como si se tratara de una simple composición química de elementos para dar una nueva reacción. La oposición de la carne (materia) al espíritu (alma) fue una tendencia que fomentó el rigorismo ascético y un desprecio al cuerpo.
El hombre es una unidad de cuerpo y alma. La experiencia personal nos lleva al convencimiento de que el sujeto de todas las operaciones espirituales y corporales es la persona humana. El mismo que piensa, ama, comprende y desea es el mismo que siente dolor, hambre contempla el paisaje y escucha música. No existen principios diferentes para cada una de nuestras actividades. Tenemos una dimensión que nos eleva por encima de la materia inorgánica, de las plantas y de los animales, pero esa fuerza trascendente que llamamos alma no puede existir sin una íntima fusión con la materia, el cuerpo. Su tarea consiste en integrar los múltiple elementos de ésta y darles una permanencia, en medio de los cambios y evoluciones que experimente, aunque ella pueda tener una subsistencia posterior, de la que nos habla la revelación.
La afirmación de que el ser humano tiene un cuerpo no es exacta. Habría que decir que el hombre es un ser corpóreo, un espíritu encarnado que exige, actúa y se manifiesta en todas sus expresiones corporales. El alma es capaz de actuar cuando está comprometido el cuerpo y encuentra en él su apoyo y expresividad.
Lo que vulgarmente llamamos cuerpo humano no es uno de los elementos, sino el resultado de esa misteriosa unión, donde el alma ya se encuentra incluida. Su ausencia haría de esa realidad un simple cadáver, un montón de materia disgregada. En esta antropología, vivir corporalmente no constituye para el alma una especie de castigo rebajamiento o humillación, sino la plenitud de todas sus posibilidades. Al ser un espíritu encarnado necesita constantemente de la materia para realizar cualquiera de sus funciones.

El significado espiritual del cuerpo

Un médico podrá indicar la terapia más adecuada para una infección de los ojos o el método más conveniente para una fractura en la mano. Su objetivo exclusivo es la curación de tales órganos para que cumplan sus funciones biológicas. Pero quien se limite a conocer la anatomía de estos órganos no podrá comprender su auténtico significado, hasta que se enfrente con unos ojos llenos de ternura o sienta el cariño de una caricia. Y es que la mirada y la mano del hombre no sirven sólo para ver o tocar. Son acciones simbólicas que nos llevan al conocimiento de una dimensión más profunda, y sirven para hacerla presente y manifestarla: el cariño que estaba oculto en el corazón. El cuerpo es la ventana por donde el espíritu se asoma hacia fuera, el sendero que utiliza cuando desea acercarse hasta las puertas de otro corazón, la palabra que posibilita un encuentro. Su tarea consiste ser manifestación de nuestro interior personal, como un idioma común para entrar en comunión con los otros. El cuerpo humano es algo más que un conjunto anatómico de células vivientes, lo corporal tiene un sentido trascendente, de apertura y revelación.



La sexualidad humana: un doble estilo de vida


Esta corporalidad aparece bajo una doble manifestación en el ser humano. El hombre y la mujer constituyen las 2 únicas maneras de vivir en el cuerpo, cada uno con su estilo peculiar y con sus características básicas diferentes. Estas diferencias sexuales no radican exclusivamente en una determinada anatomía. La sexualidad designa las características que determinan y condicionan nuestra forma de ser masculina o femenina. En este sentido, el simple hecho de nuestra existencia nos hace sexuados y convierte nuestra comunicación en un encuentro sexual.

La genitalidad

La genitalidad hace referencia a la base biológica y reproductora del sexo y al ejercicio de los órganos adecuados para esta finalidad. La genitalidad es una forma concreta de vivir la relación sexual.

Las relaciones pre- matrimoniales

La relación sexual (genital) tiene una doble dimensión: UNITIVA Y PROCREATIVA. Pero como todo lo corporal tiene una dimensión trascendente, simbólica, comunicativa. La entrega corporal revela un simbolismo profundo. Aunque no se busque la procreación, cuando se vive a un nivel humano, es una fuerza procreadora de amor. Por eso las relaciones extra- matrimoniales se han vivido siempre como un atentado contra la comunión matrimonial.
Cuando el hombre y la mujer comulgan a través de sus cuerpos están utilizando un lenguaje de extraordinaria importancia. La frase bíblica que los destina a ser una sola carne –sinónimo de persona- tiene resonancias populares y psicológicas. Se trata de un gesto por el que mutuamente se revelan su propia intimidad y buscan gozosamente una compenetración sin límites ni fronteras. Se celebra la fiesta del amor, que transforma la propia existencia, para entregarla como ofrenda y recibir la del otro como un regalo. El éxtasis del placer es el sendero por el que los 2 corazones se juntan para repetirse lo de siempre: la alegría de haberse conocido, de sentirse privilegiados por un amor que los fusiona. Son una sola carne no porque se junten sus cuerpos, sino porque con ello manifiestan que ya han donado el corazón.
Si el amor al otro no reviste las característica de totalidad y exclusivismo, la palabra que pronuncia el cuerpo dice mucho más de lo que existe en realidad y el gesto corporal pierde autenticidad, no es del todo verdadero. No se puede dar la ofrenda del cuerpo a una persona con la que no se comparte la vida definitivamente y para siempre. Así la vida matrimonial aparece como el ámbito más adecuado para que el sexo pueda vivirse con todo su significado y plenitud.

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